miércoles, 14 de diciembre de 2011

Cuento de pre-Navidad

Le conocí hace dos o tres semanas. No tuve que preguntarle su historia, pues él mismo se encargó de contárnosla, con desgarrados gritos, a todos sus compañeros de viaje subterráneo. Acababa de salir del hospital Gregorio Marañón, donde había estado ingresado cuarenta y un días por una neumonía, situación aún más complicada al ser portador del VIH. Los servicios sociales se encargaron de ponerle en contacto con su hermana, residente en Burgos, que le ofreció su apoyo y una habitación en su casa, a donde el tren le llevaría la mañana siguiente. Sus últimas horas en Madrid pretendía pasarlas en una pensión, pero el dinero que llevaba era insuficiente para una alquilar habitación: le faltaban seis euros. Y en esa dolorosa tesitura, se había visto obligado a solicitar ayuda por primera vez en su vida. Cuando, con la colaboración de los pasajeros, consiguió esa cantidad, abandonó el vagón dando gracias a la concurrencia, rumbo a su nueva vida

Ayer le volví a ver. Como la vez anterior, no me hizo falta preguntarle qué tal le iba: él mismo se encargó de informarnos de que estaba más o menos igual que siempre. De que acababa de salir del Gregorio Marañón tras cuarenta y un días ingresado, de que le faltaban seis euros para la pensión, y de que al día siguiente su hermana le recibiría con los brazos abiertos en Burgos. Hay gente por la que no pasa el tiempo

1 comentario:

Goethita dijo...

Hoy un tipo similar ha empezado su discurso con:
"Acabo de salir de la cárcel.."

La reacción de la gente ha sido agarrar con fuerza su bolso-cartera... No estoy segura de que eso fuera lo que pretendía el expresidiario...